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Bandera Soviética
Bandera de la Unión Soviética.

Así Colocamos la Bandera Roja en el Reichstag.

El Camarada Francisco Ripoll. (*)

 

Por Mario Amorós.
Periodista e historiador español.

Francisco Ripoll tiene 73 años. Está jubilado y vive en la localidad valenciana de Benidorm (España). Por las mañanas colabora con el grupo municipal de Izquierda Unida-Los Verdes, en cuyo despacho me recibe con estas palabras: “No quiero protagonismo, sólo sacar adelante mi proyecto.” Su proyecto consiste en levantar un monumento en Leningrado en recuerdo y homenaje a los 72 muchachos que vivieron con él en la Casa de Jóvenes Españoles de aquella ciudad y que murieron en los campos de batalla de la II Guerra Mundial combatiendo contra el fascismo en el ejército soviético. Casi todos ellos eran militantes del Partido Comunista de España (PCE).

Francisco Ripoll tiene 73 años. Está jubilado y vive en la localidad valenciana de Benidorm (España). Por las mañanas colabora con el grupo municipal de Izquierda Unida-Los Verdes, en cuyo despacho me recibe con estas palabras: "No quiero protagonismo, sólo sacar adelante mi proyecto."

Su proyecto consiste en levantar un monumento en Leningrado en recuerdo y homenaje a los 72 muchachos que vivieron con él en la Casa de Jóvenes Españoles de aquella ciudad y que murieron en los campos de batalla de la II Guerra Mundial combatiendo contra el fascismo en el ejército soviético. Casi todos ellos eran militantes del Partido Comunista de España (PCE).

Algunos de ellos fueron capturados por los alemanes ("heridos", recalca Ripoll) y "enviados a Franco y fusilados en España". Incluso dos de ellos estuvieron en la División Azul [fascistas españoles], se pasaron con nosotros y después estuvieron luchando contra los nazis", añade. En aquella casa había entre 120 y 150 niños y niñas y algunos de ellos murieron debido al hambre o por causa de los bombardeos.

Francisco Ripoll ya dispone de todos los permisos para colocar el monumento en dicha casa, que hoy es un colegio. En él figurarían los emblemas de la II República Española (la estrella de tres puntas) y de la URSS (la estrella roja) con una rama de olivo, símbolo de la paz, y 72 estrellas. Sólo necesita cinco millones de pesetas (unos quince millones de pesos).

Ripoll nació a bordo de un barco camino de Cartagena (costa este de España). Su padre era militar de la armada. De pequeño vivió entre Barcelona y esta ciudad portuaria, donde su progenitor estuvo destinado durante parte de la guerra civil. "Eramos cinco hermanos. Cuatro fuimos enviados a la URSS y al quinto lo mataron unos falangistas de una paliza."

Junto con sus hermanos, Ripoll fue enviado en el último barco que trasladó niños españoles a la Unión Soviética. Eran 120 chicos con edades entre 4 y 14 años. Todavía recuerda el recibimiento que les dispensaron en Leningrado. "En el muelle nos esperaban miles de personas. Había orquestas, estaban los pioneros..."

"Vivimos un mes en un hotel y luego nos distribuyeron por las distintas casas de niños españoles". En 1940, llegó a la Casa de Jóvenes Españoles de Leningrado. "Allí éramos como hermanos. Influía mucho que no teníamos a los padres, a nadie, sólo el cariño que te daban la educadora, los profesores. Era el único cariño que recibíamos". Aquel año, se afilió al Komsommol y, en 1943, al PCUS.

En junio de 1941, Hitler lanzó la Operación Barbarroja e invadió la URSS. A los diez días, Ripoll se alistó como voluntario en el ejército soviético. "Todos teníamos el mismo sentimiento: proseguir la lucha de nuestros padres contra el fascismo. Ten en cuenta que los chavales que estábamos allí, al que no le habían matado el padre, le habían matado el hermano, o estaban en la cárcel o en el exilio."

Resistió los 900 días del cerco de Leningrado. "Conservo muchos y muy malos recuerdos de la guerra. El invierno de 1941 a 1942 fue el más duro. Llegamos a estar con 50 grados bajo cero". En 1944, el ejército soviético logró romper el asedio. Entonces, la División a la que pertenecía Francisco Ripoll avanzó por el Báltico y llegó a Polonia.

Allí se toparon con el horror del Holocausto: "Fuimos los primeros en entrar en Auschwitz. Apenas estuvimos algunas horas porque debíamos seguir camino y detrás vinieron otros, que cuidaron de la gente que había allí. No encontramos a ningún nazi. Había cientos de chiquillos y también un grupo de mayores... Vimos todavía cadáveres dentro de los hornos a medio quemar."

"Aquello fue horrible. Ver montones de pelos humanos, de zapatos, de gafas, de ropa de todas clases... Lo que más me impresionó fueron las cabelleras humanas, eran de todos los colores. En los barracones de los oficiales, encontramos pantallas de las lámparas hechas con piel humana, al igual que dos o tres monederos y carteras de bolsillo."

Una fotografía para la historia

Ripoll, que tenía entonces veinte años, era teniente de la XV División de Voluntarios. Llegaron a la capital alemana hacia el 27 de abril. En las filas soviéticas había un "ambiente de euforia" ya que "estábamos deseando entrar". "La orden de asalto a Berlín llegó el día 29. La ciudad estaba prácticamente destruida por los bombardeos de los ingleses. Se luchaba casa por casa. Hitler concentró a la florinata de lo que le quedaba, incluso a los críos de las Juventudes Hitlerianas."

"La noche del 29 de abril recibimos la orden de asaltar el Reichstag. Fue un combate duro ya que había muchos soldados de la Gestapo y de las SS y muchos oficiales, lo mejor de lo que le quedaba al ejército nazi en Berlín. En unas horas lo tomamos."

"El 30 de abril [el mismo día que Hitler se suicidó en su bunker] se colocó la bandera. Había varios fotógrafos soviéticos en el frente pero nosotros no les hacíamos caso. Se pidieron voluntarios. Primero subieron cuatro, pero, cuando ya estaban arriba, francotiradores camuflados en los edificios de alrededor les mataron."

"La bandera cayó y la recogimos nosotros. Nunca se ha hablado de esto pero nosotros lo sabemos. Un mando pidió voluntarios y... allí estaba yo. Subimos. Nos tuvimos que abrir paso con bombas de mano, granadas y ráfagas de metralleta hasta llegar arriba, porque el Reichstag era un laberinto."

"Estuvimos arriba una media hora. Seguían los disparos de los francotiradores, pero cuando cesaron, izamos la bandera durante unos minutos. La colocó el que recibió la orden. Cuando nos marchamos, subieron otros soldados para mantener la vigilancia. Todos queríamos bajar de allí por el peligro que suponían los francotiradores". Del fotógrafo, Yevgueni Jaldeï, sólo recuerda que "hizo su trabajo en condiciones muy difíciles por los disparos y nada más. No nos dijo nada."

Jaldeï tomó muchas instantáneas. La mejor de ellas es una en la que aparecen dos soldados y uno de ellos hace ondear la bandera comunista sobre el Reichstag. Es una fotografía mítica que simboliza la derrota del nazismo.

En otra de las imágenes de aquellos momentos, aparece Francisco Ripoll. También es muy conocida y se puede encontrar en muchos libros de historia. En ella se ve a los dos soldados anteriores y a un tercero, más a la derecha, que es éste militante del PCE. Su nulo afán de protagonismo y el hecho de que durante la guerra adoptara un nombre ruso (Vladimir Dubrosky) pueden explicar que este hecho sea desconocido.

Para Francisco Ripoll haber combatido con la Unión Soviética en la II Guerra Mundial es "el orgullo más grande de mi vida". Recibió, entre otras, la insignia del cerco de Leningrado, la del Ejército Popular de Voluntarios y la Orden de la Gran Guerra Patria, la más importante de las que se crearon en la URSS durante aquel conflicto.

Nota:

"El Camarada Francisco Ripoll militó en el PCE hasta su fallecimiento hace cuatro años. Sin embargo, su vida se extinguió sin que pudiera ver su proyecto hecho realidad." Subir.

 

 

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