Camino a El Bosque Marmotense

 

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De nuevo tenemos noticias de Álamo. Gracias a su gran conocimiento y a la experiencia de muchas horas de vuelo, ha logrado, a duras penas, salirse de la corriente de aire, justo antes de que ésta lo lanzase contra los cristales del edificio.¡Con que increíble proesa, y valentía nuestro amigo ha logrado salir ileso de tan grave peligro!

Ahora se dirige hacia la casa de Jorge para dejar la nota, con su pico la hace deslizar por debajo de la puerta y toca el timbre con su ala. Luego, como buen cartero, se planta a esperar. Es importante estar seguro de que la persona ha recibido el mensaje.

La mamá de Jorge ha estado preocupada, porque Jorge no ha regresado. Se ha estado asomando a través de las ventanas, ya que con tanto viento no es posible estar abriendo la puerta. Se ha comunicado con los padres de los amigos de Jorge, y la escuela pero, nadie le ha dado noticias de su hijo. Su agustia crece mientras más pasa el tiempo de espera. En este momento escucha el timbre de la puerta principal, por lo que corre a abrirla, llena de esperanzas. Pero, para su decepción, no ve a nadie, más que a una paloma mensajera que ha de estar refugiándose de la lluvia. Muy desilusionada esta a punto de cerrar la puerta, cuando mira hacia que el ave parece dispuesta a entrar.

"Vamos, pequeña, ¿Tienes frío?, ¡Ven, entra!" Le convida la mamá de Jorge, a la paloma. Pero el ave no entra, más bien parece señalar, con su pico, algo en el suelo justo al frente donde hay un rollito de papel pergamino. La mamá de Jorge lo observa primero con gran curiosidad, luego lo recoge y...

"¡Sí, lo esta leyendo! La primera parte de la tarea ha sido cumplida." Se dice para sí Álamo, con gran orgullo, mientras observa, por unos instantes, cómo aquel rostro tenso por la preocupación, ahora se ilumina con una gran sonrisa. Y sin detenerse más tiempo Álamo retoma el vuelo con dirección a la casa de Miguel, para, allí también, llevar alegría a los atribulados padres.

Cuando la mamá de Jorge buscó, con la mirada, a aquel admirable animalito, que le había traído tanta felicidad, ya no estaba. Entonces, tomó la nota con sumo cuidado, como temiendo que también se desaparaciera, y la guardó muy cerca de su corazón.

Pero, por ahora dejemos las calles inundadas de la ciudad en las que el tránsito esta detenido por completo, y trasladémonos hacia el Trencito de Semillinas, donde todos parecen estar muy contentos.

Perrín, que es el nombre del maquinista del tren,(más adelante les contaré la historia de Perrín), les ha explicado en qué lugares han de parar, cómo hacer los cambios de marcha y dónde empezar a repicar la campana del tren para avisar, de su proximidad, a las estaciones, o cuando deben dar dos pitazos y cuando tres.

Para Miguel y Jorge ha resultado muy divertido el aprender a manejar el trencito. Se sienten como los héroes de las fábulas o las historias que tanto les gusta ver. Ambos se turnan los diferentes controles del tren, mientras saludan a los pasajeros que llegan, como les ha enseñado Perrín.

­¡Y, arriba, y abajo!.­ Exclaman, ambos al unísono, cuando el tren pasa por los elevados y amplios puentes, donde el trencito sube y baja suavemente por sus arcos, lo que hace que se sienta igual que ir montado en esos caballitos de los de los caruseles, que llevan siempre a los pueblos cuando hay fiestas.

Una suave brisa acaricia sus rostros, mientras juega a enredar sus cabellos y les obsequia con el dulce aroma de las flores, que hay por montones, a lo largo del camino. Mirarlas, desde el tren, da la idea de que son enormes tapetes, hechos por gigantes que los han decorado con todos los colores, formas y texturas, salpicando y mezclando a capricho todos los ingredientes de la paleta.

En algunas extensiones verdes, se ven vacas y caballos pastando. Estos últimos al ver el trencito se ponen a correr a su lado, en señal de saludo.

Para los niños, ver los destellos que lanzan las crines y colas de los caballos, sus músculos fuertes, o los movimientos libres y perfectos de sus cuellos, cuando traspasan las paredes del viento, les causa un sentimiento inexplicable, que sólo pueden definir como de mucha alegría.

Mientras tanto el trencito se va aproximanado a la Estación de los Caracolitos, y conforme avanza, cosas nuevas y asombrosas se van presentando ante los ojos de ambos chicos.

 

Hoy es

 

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