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Latinoamérica sin Fronteras.

PROBLEMA DE HISTORIA AMERICANA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE AMÉRICA CENTRAL.

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"COSTA RICA: Tras los orígenes de la guerra civil de 1948." por Matías Federico Casal.

» OBJETO DE ESTUDIO:
La guerra civil en Costa Rica en el año 1948. Derrocamiento e instauración de un nuevo orden burocrático-administrativo estatal.

» HERRAMIENTA DE ANÁLISIS:
El esfuerzo de análisis se centrará en la descomposición del acontecimiento bélico (en sus aristas político, económico y social) que significó la guerra civil costarricense en el marco de un movimiento mundial de mayor aliento histórico: el intervensionismo imperialista norteamericano a lo largo del continente americano en su conjunto, con preferencia de enfoque sobre la región centroamericana.

» MODELO METODOLOGICO:
En vista de abogar por un abordaje interdisciplinario del acontecimiento histórico y sin dejar de pugnar por un enfoque marxista que devele el funcionamiento de las relaciones de producción entre las distintas clases sociales implicadas (así como las mismas estructuras productivas) se tendrán en cuenta para la presente investigación factores de corte antropológico, sociológico, económico y político intentando dar una explicación que, amalgamándolos, logre constituir una mirada lo más precisa posible acerca de Costa Rica y de la lógica de operación del imperialismo norteamericano de mediados de la década del ´40 y del ´50 del siglo XX y sus consecuencias en las estructuras nacionales centroamericanas. En sí, una mirada sobre el acontecimiento que nos brinde una aproximación al funcionamiento de la lógica intrínseca del sistema de dominación imperialista contemporáneo.

1 -INTRODUCCIÓN A LA PROBLEMÁTICA PRODUCTIVA EN COSTA RICA (siglos XIX y XX hasta mediados de la década de 1930).-

Costa Ricas se incorpora al sistema económico mundial a mediados del siglo XIX como un país primario exportador, para el caso, la producción cafetalera abarcaba prácticamente la totalidad de las exportaciones. El banano si bien consigue una participación considerable hasta la década de 1920, se producía en enclaves que por el particular carácter de este modo de producción no conseguía incidencia en el sistema productivo nacional.

El hecho de haber sido un relegado distrito colonial falto de población originaria abundante y minas de metálico precioso le otorga un carácter distintivo en relación a sus pares de América Central: la excepcionalidad climática y de suelo de la meseta central para el cultivo del cafeto, a pesar de su acotada geografía, proponía una oportunidad inmejorable para la escasa población criolla que encontraba un territorio aún por colonizar que no disputaban ni el débil estado poscolonial ni una embrionaria burguesía local. De hecho el incentivo estatal para el cultivo de café, si bien incoherente y espasmódico, fue política de estado a lo largo del siglo XIX y XX, bien por las excelentes condiciones naturales de la zona, bien por la alta valoración y lo extendido de su consumo en los países imperialistas de Europa y Estados Unidos.

Podemos pensar que el tipo de capitalismo que se instaura en Costa Rica cimenta sus bases en función de unidades pequeño-campesinas: fincas familiares no sujetas a renta o arrendamiento, de una dimensión limitada pero suficiente como para asegurar la subsistencia de una familia y que a la vez no requiere mayor fuerza de trabajo que la que ésta puede brindar; que el fruto de la misma genera un excedente de capital que no se apropia el productor y por lo tanto son incapaces de acumular y aseguran la reproducción social por extensión en el espacio mediante la ocupación de parcelas baldías a las que imprimen el trabajo necesario para comenzar un nuevo ciclo productivo que garantice el sustento del núcleo familiar que la ocupa.

A los efectos de perpetuación del modelo son destacables dos variables que interrumpirán el cuadro chayanoviano de producción campesina: la primera es la obvia limitación geográfica que presenta un cupo a la frontera agrícola, finita e identificable. La colonización de baldíos en el territorio excepcionalmente apto para el cultivo de café en Costa Rica (la meseta central) toca su techo mediando la década de 1930. A partir de ese momento las tierras disponibles se ubican en zonas marginales que requieren un trabajo más intensivo a la par que empiezan a disputarla con los latifundistas que, amén de expandir sus propiedades en la meseta central, ahora se lanzan a competir por la tierra no integrada a la producción. La mayor porción del territorio marginal a la producción consistía en un tipo de selva tropical, húmeda y de inestabilidad del suelo, frágil y expuesto al derrumbe y barrido de la tierra por intensas lluvias.

En segundo término puede señalarse un grupo (en origen apenas de 200 familias perpetuadas en el privilegio) que conforma para la misma época en que la frontera agrícola de la mejor zona llega a su tope una sólida burguesía que acapara los centros nerviosos de la acumulación capitalista y la dominación político-estatal. Un grupo expuesto a décadas de apropiación de excedente a través del monopolio del procesamiento del café (beneficio) y las empresas destinadas a la exportación cafetalera y la importación manufacturera. Burguesía completada por un sector urbano que ostenta un grado de tecnificación industrial que no supera el taller artesanal y fábricas de bienes de consumo, destacando la bebida, alimentos y textiles. Aunque poco comparable en tanto clase hegemónica con la burguesía agrícola.

Ubicamos hacia la década de 1930-1940 un panorama simplificado pero fidedigno: a un lado, una pequeña burguesía robustecida por tres décadas de apropiación capitalista favorecida por una sostenida alza del precio internacional del café y los volúmenes exportados, consecuencia del monopolio del beneficio del grano de café y el comercio internacional. Complementada por un modesto sector burocrático-estatal y un seudo empresariado fabril, acaparan los resortes de dominación económica y política. Estrechamente ligada al capital transnacional por la dependencia-sumisión al mercado mundial y los canales de exportación de la producción agrícola así como los de importación no sólo de manufacturas sino también de alimentos básicos que, desplazados por el cultivo de café, no eran generados en el país.

Puede señalarse por otra parte una incipiente clase trabajadora urbana (docentes, trabajadores de servicios y productos alimenticios y textiles, cuadros bajos de la burocracia estatal) y en mayor medida unidades pequeño-campesinas, motores del sistema económico tico. Ésta última clase daba cuenta del 81% de la población para 1927 y (teniendo en cuenta solamente la población económicamente activa sin las mujeres y niños involucrados necesariamente en el proceso productivo) del 50% de los trabajadores de Costa Rica.

Hablar entonces de los orígenes de la guerra civil de 1948 es hablar del proceso que inicia a finales de la década del ´20 con el desplome del precio internacional del café y que conducirá, si bien errático unívocamente, a la destrucción de la pequeña finca productora de café en pos de la ampliación de los predios latifundistas en la meseta central (donde se concentraba casi totalmente la producción nacional). Que concomitantemente implica una transformación de la experiencia y la conciencia de la masa de campesinos, bien por verse arrastrados a los nacientes conglomerados urbanos por pérdida de la propiedad rural, bien por el cambio en la praxis cotidiana sujetándose a complementar el ingreso con trabajo semiproletarizado extrapredial o directamente transformándolo en arrendatario, esquilmador, jornalero o parcelero, lo que implicaba sujetar la tierra a renta (en producción o en dinero) o proletarizar su fuerza de trabajo.

La brutal tasa de transferencia poblacional indica para 1950 que de aquel 81% de población rural de 1927 sólo queda el 66%, y en forma constante e indefectible irá descendiendo hasta el 40% de principios de la década del ´70. En un mismo cuadro es dable de señalar el salto cuantitativo poblacional: de 489.030 en 1927 a 859.280 para 1950. Surge la cuestión urbana como nota de atención novedosa y signo de la estampida hacia la ciudad: viviendas inadecuadas, transporte deficiente, desempleo y subempleo, enfermedades endémicas y desnutrición. En San José, capital del país, el 12,30% de las viviendas no tiene servicios sanitarios, el 12,20% carece de servicio de electricidad y el 49% ni siquiera cuenta con cocina.

El conflicto civil de 1948 se revela como un reajuste necesario del sistema capitalista costarricense que tras dos décadas de los conflictos y la resistencia desde abajo inherentes a toda fase de profundización de las relaciones capitalistas de producción adapta nuevas formas de dominación a nuevas formas de relación social.

1.1 -PROCESO DE EXPULSIÓN DE POBLACIÓN CAMPESINA Y PROLETARIZACIÓN DE SU FUERZA DE TRABAJO.-

Como ya fuera adelantado, Costa Rica cuenta hacia 1930 con una extendida capa de pequeños propietarios campesinos cafetaleros. Las fincas son generalmente pequeñas al punto de que baste la fuerza de trabajo de un núcleo familiar primario para la atención del deshierbe, siembra, cultivo, poda y cosecha del grano. Uso generalizado era a lo sumo el aporte extra de brazos al momento de la recolección, sin llegar a hablar de una relación laboral jerarquizada con el peón que ocasionalmente pudiera aportar trabajo. Una vez conseguido el grano era procesado en el beneficio, instancia tecnificada que involucra la terminación y envasado para el ingreso al mercado (de exportación) .

Este último eslabón de la cadena productiva es el que requiere de una fuerte inyección de capital (maquinarias) y trabajo humano (un beneficio necesitaba del trabajo de al menos 50 obreros para la época). El carácter de esta forma de producción forjó un esquema donde un puñado de cafetaleros (de oscuro origen y poco identificable proceso de capitalización) asumía el proceso de terminación del grano de miles de pequeños campesinos. Mismo grupo (con una realmente escasa producción y acotados predios) que se encargaba de colocar la producción en el mercado internacional, por poseer ellos mismos empresas dedicadas al comercio internacional o por estar ligados comercial o familiarmente a las mismas.

La evidencia de la incapacidad de acumulación de los núcleos pequeño-campesinos está dada por la forma en que adquirían el capital necesario para la producción a lo largo de todo el período y desde sus orígenes.

Sin saber cuál sería el precio del café al momento del beneficio (instancia de comercialización) los beneficiadores fijaban de común acuerdo entre sí un precio máximo del grano a principio de la temporada en base al cual adelantaban año tras año el pago a los productores por la cosecha (una parte de ella). Para redondear la situación, la constante alza del precio internacional del grano durante las primeras dos décadas del siglo XX nunca tuvo su correlato con el precio pactado para el adelanto del pago, generando una apropiación adicional de capital a la que ya estaba dada por el costo de beneficio del grano y los negocios de exportación.

Queda expuesta entonces la obturación de acumulación capitalista del campesino productor por el mismo hecho de quedar sujeto temporada tras temporada a una transacción que se sabía desfavorable y que sin embargo perpetuaban y forzosamente aceptaban; complementado por lo rudimentario de las herramientas puestas al servicio del cultivo. El reclamo por las abusivas condiciones de endeudamiento permanente de los pequeños productores está presente a lo largo de todo el período previo a la crisis de la década de 1930 y será el principal factor de expulsión y pérdida de la propiedad cuando se interrumpa la cadena de crédito después de 1929 y como consecuencia de la crisis internacional del capitalismo. El precario encadenamiento crediticio con los beneficiadores resultaba la única alternativa a la obtención de capital dada la inexistencia de entidades bancarias o financieras estatales o privadas destinadas al crédito agrario.

Estamos, al mismo tiempo, en condiciones de señalar el proceso ascendente de acumulación de capital que experimentan beneficiadores y casas mercantiles de comercio exterior y su contrapartida en los pequeños cultivadores marginados a una economía de subsistencia siendo el aporte mayor de fuerza de trabajo en el proceso productivo.

Consecuencia de la inmejorable variable climático-topográfica para el cultivo del cafeto y la baja tasa de densidad demográfica, en Costa Rica los trabajadores agrarios lograban completar su reproducción social extendiendo su prole sobre el terreno. La falta de brazos impedía la configuración (en un principio) de una burguesía agraria que se apropiara del terreno disponible y lo pusiera a producir en una forma capitalista perfeccionada, es decir, generando un mercado de trabajo y una reserva de mano de obra que por un bajo costo aportara la fuerza de trabajo necesaria para la producción industrializada del café. Simplificando, contaba con la disponibilidad del suelo, pero carecía del capital y la mano de obra necesarios, agravado por la imposibilidad del país de constituirse en destino deseable de los grandes movimientos migratorios del siglo XIX y principios del XX.

La disponibilidad de tierras diluía la conflictividad agraria que pudiera surgir por presión demográfica y la limitaba a un malestar por las condiciones de intercambio y adelanto de capital a cosecha. La expectativa depositada en la finca propia morigeraba el conflicto social.

La situación se descompone y rompe la frágil estabilidad con la crisis internacional de 1929 y el coto de la frontera agrícola en la meseta central pocos años después.

Al tiempo que se destruye el encadenamiento crediticio interno del agro, una consolidada burguesía presenta las condiciones necesarias para avanzar y anexar las parcelas del mayoritario sector pequeño-productor. Estos mismos cultivadores son quienes despojados de la tierra quedan a merced únicamente de su fuerza de trabajo y aportan ahora la mano de obra necesaria para la producción latifundista, que simultáneamente sufre un grado menor de diversificación en pos de producir granos básicos que hasta entonces eran importados y que por el derrumbe del precio del café y achicamiento de la cuota exportable, la parálisis del mercado mundial (con su inherente cesación del flujo de créditos e inversiones directas en el país), una drástica disminución de los ingresos aduaneros, imponía para el momento su puesta a producción por su doble carácter coyuntural: ofrecer rentabilidad por carestía en el mercado interno y disponibilidad de mano de obra.

Quien no busca refugio en San José o las cabeceras de provincia queda sujeto a vender su fuerza de trabajo en los crecientes latifundios que empiezan a concentrar la propiedad de la tierra. Comienza la inédita gestación de un ejército de desocupados y subocupados que ira increscendo a lo largo de todo el período.

Acotados los caminos de reproducción extendida en el espacio por tope a la frontera agrícola de las mejores zonas de producción (limitándola a tierras marginales con necesidades mayores de tiempo-fuerza de trabajo y resultados inferiores de producción) y un simultáneo retroceso porcentual en la distribución de zona cultivada por unidades pequeño-campesinas por transferencia a los establecimientos mayores que involucran procesos de cultivo tecnificados y trabajo asalariado estacional (para 1940 el 5% de los productores engloba el 50% de la producción), los pequeños productores lentamente siguen el camino del éxodo o la sujeción al mercado de trabajo agrícola.

El proceso de expulsión, signado por el endeudamiento, la coacción y la persecución, abre tres posibilidades: el hacinamiento en los tugurios urbanos, la sujeción al trabajo semiproletarizado agrario o la colonización de parcelas en tierras marginales, mucho menos aptas y de resultados inferiores en el noreste, este y sureste de la región.

Quien había conseguido a duras penas a mantener la parcela, resistiendo al embate burgués teñido por la coacción y la artimaña legal cómplice del estado (denuncios, permisos de exploración, legalización de las demasías, gracias e indemnizaciones), debía ahora complementar el ingreso para lograr la reproducción social con trabajo extrapredial, acudiendo al naciente mercado de trabajo rural (estacional) de deshierba o recolección, quedando la producción propia en manos de mujeres y niños. Una huida hacia delante que finalmente, más tarde o más temprano, acabaría con la pérdida de la tierra y exposición a una proletarización completa de su fuerza de trabajo.

1.2 - APROXIMACIÓN INICIAL Y CONCLUSIONES PRELIMINARES.-

Mientras la maduración del sistema capitalista modificaba estructuralmente la composición social costarricense la conflictividad inherente a su evolución abría márgenes para las condiciones materiales objetivas de conformación un nuevo tipo de conciencia y la praxis propia de esta. La fundación del Partido Comunista de Costa Rica en junio de 1931; extendidos reclamos de desocupados urbanos, especialmente álgidos durante 1933 y 1934; recurrentes huelgas de trabajadores urbanos (panaderos, textiles, zapateros y servicios); formación de ligas campesinas, Federación de trabajadores agrícolas y la Unión Campesina de Lucha por Tierra y Crédito, compuestas por pequeños productores, jornaleros y campesinos semiproletarizados.

Una superficial vista a la conflictividad inédita que recorre las dos décadas precedentes a la guerra civil de 1948 nos acerca más a la comprensión de un profundo movimiento de base que a una serie de acontecimientos inconexos. Para mediados de la década de 1940 la Central de Trabajadores de Costa Rica y la Confederación Costarricense de trabajadores agrupan en conjunto a más de 200 sindicatos y una veintena de federaciones reconocidas por el estado, siendo más de la mita de reciente formación.

Puede detectarse un heterogéneo movimiento de resistencia, lucha y organización. Las décadas de 1930 y 1940 se presentan robustas en la formación de movimientos clasistas y poli clasistas, en acontecimientos articulados en torno a una conciencia de lucha que sentará precedente para los avances contra hegemónicos que desembocarán en el conflicto armado que ocupa el presente trabajo.

El fracaso del proyecto reformista que surge en 1940 con el gobierno de Calderón Guardia para paliar el ascendente conflicto social será la antesala de la más recalcitrante reacción liberal que tendrá lugar en la resolución de la guerra civil. El código de trabajo (1943), la emisión de las "leyes sociales", la regulación del precio de artículos de consumo básico, el alza de salarios forzados desde el estado, se presentan entre otras como efímera salida para una realidad en la que nunca se planteaba como posibilidad la reforma agraria o la socialización de los medios de producción.

Mientras el gobierno norteamericano prestó su favor a la sustentación del gobierno del bloque encabezado por Calderón Guardia que ostentó el monopolio burocrático-administrativo del estado entre 1940 y 1948 a través del convenio de préstamo y arriendo para la obtención de material bélico de mayo de 1941, las misiones militares en Costa Rica para la "tecnificación y preparación" del ejército nacional, el apoyo diplomático a través de su embajada, la inversión directa de sus empresas (monopolio de la gasolina a través de la "West India Oil Company" y la "Texas Oil Company" de 1940; la explotación de los recursos hidroeléctricos de 1941; servicio telefónico en 1942) y los créditos brindados por el "Export-Import Bank" para la construcción de la carretera interamericana, el incentivo a la producción agrícola y la estabilización monetaria el proyecto reformista siguió adelante y al margen (y con cierto grado de independencia) de la burguesía agraria.

Sin embargo a partir de 1945 y con el fin de la segunda guerra mundial el apoyo externo se pierde y comienza a languidecer la salida "reformista" al conflicto social desatado15 años atrás. Comenzará a tomar forma y volumen la salida liberal de la mano de la clase burguesa dispuesta ahora a retomar el efectivo control del instrumento de dominación política perdido en 1940.

Nota: El último apartado abre una serie de vías a terminar de explorar en las que entiendo encontraremos las claves para acabar la visión panorámica del conflicto y su explicación global. Quedan entonces al aguardo de una segunda entrega que dé terminación al proyecto.

Bibliografía:

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- Valverde, Efraín y Aguilar, Nidia: "La Barahunda de Costa Rica en Ginebra: Made in USA". 2001.

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