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La Masacre de Copapayo

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La masacre de Copapayo

ORLANDO ORAMAS LEÓN

Ronald Reagan, el presidente cowboy, ocupaba la Casa Blanca. Su administración había dado luz verde al terror en nombre de la lucha contra el comunismo. La guerra sucia estaba en su apogeo en Centroamérica, donde las embajadas estadounidenses, cuando menos, se hacían de la vista gorda ante las ejecuciones de los escuadrones de la muerte.

En El Salvador, Estados Unidos apostaba por el bando de los asesinos. No importaría que religiosas norteamericanas figuraran entre las víctimas. Tampoco que los batallones asesorados por los boinas verdes del Pentágono ejecutaran las políticas de tierra arrasada en las áreas rurales.

Así ocurrió entre el 3 y 4 de noviembre de 1983 en el caserío de Copapayo, comunidad campesina de alrededor de 900 personas, en su mayoría jóvenes y niños.

Hasta allí llegó el ejército salvadoreño, armado hasta los dientes por Washington, en busca de presuntos colaboradores del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Pero la principal misión era la de implantar el terror, para impedir que la población civil apoyara a la guerrilla. No importaba si en el lugar habían activistas o no del FMLN. La cuestión era dar una lección de muerte, según lo aplicado por los asesores yankis en Viet Nam.

La soldadesca disparó a mansalva, arrancó de sus hogares a familias enteras. Unas 130 personas, desarmadas e inocentes, fueron asesinadas por tropas elites que disponían de millonaria asistencia del Pentágono y la CIA.

Luego de 19 años, la masacre de Copapayo se convierte en noticia, al anunciarse que serán exhumados los restos de las víctimas, a pedido de sus familiares. La exhumación cuenta con el apoyo del Centro para la Promoción de los Derechos Humanos Madeleine Lagadec.

Ese centro, una Organización No Gubernamental, lleva el nombre de una enfermera francesa, quien a los 28 años, durante la pasada guerra, fue torturada, violada y asesinada en una incursión del ejército salvadoreño contra un pequeño hospital de la guerrilla.

La masacre de Copapayo, y la suerte de Madeleine, son episodios de la tenebrosa aplicación de la política de la guerra sucia de Estados Unidos en Centroamérica. Entonces el slogan era la cruzada contra el comunismo. A fin de cuentas, para Washington siempre el medio justifica el fin.

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