Suecia, 4 de diciembre
del 2003
Comité Contra la Tortura
Oficina del Alto Comisionado
Para los Derechos Humanos
Naciones Unidas
CH-1211 GENEVA 10
Switzerland.
Referencia: G/SO 229/31
SWE (35)
213/2002
Estimados
Miembros del Comité :
Es mi voluntad, dirigirme a su autoridad, con relación
a la carta enviada por el Honorable Comité contra la Tortura, a mí compañero de vida sentimental, Efraín de Jesús Valverde
Moreno, concerniente a su situación actual en Suecia.
Respetuosamente y ante la actitud indiferente, del Gobierno
de Suecia, quien a su vez quebranta en mi perjuicio, lo dispuesto por el artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos de la Carta Internacional de Derechos Humanos, procedo a testificar lo siguiente:
Que el gobierno de Suecia, ordenó el 19 de Febrero del
2002, nuestra expulsión definitiva a Costa Rica, estableciendo en su ordenamiento, la imposibilidad de apelación alguna.
El próximo mes de noviembre del 2003, Efraín de Jesús
Valverde Moreno y yo, estaremos cumpliendo 10 años como pareja en Unión Libre.
Soy un transexual FTM, mi nombre es Patricio Aguilar Madrigal -Nidia Patricia Aguilar Madrigal, identidad impuesta, según documentos
oficiales, que no me corresponde y que me niego a aceptar-. Fecha y lugar de
nacimiento 10 de octubre de 1969 en San José de Costa Rica, cédula de identidad costarricense número 1-757-054.
Maestro en Educación Primaria, a quien se me
negó arbitrariamente, mediante maniobras fraudulentas, el derecho de obtener mí titulo académico, a pesar de mis altas calificaciones
y de haber sobrepasado el número de créditos requeridos oficialmente, para estos efectos, en la sede Regional Brunca de la
Universidad Nacional.
Discriminado, perseguido y estigmatizado socialmente,
por autoridades oficiales del Gobierno de Costa Rica, entre ellas la Sra. Decana, Lcda. Lovelia Mesén, la Coordinadora de
Carrera Yaneth Montero, la Profesora Olga Montero y el Lcdo. Pablo Gutiérrez Coordinador de Carrera, como miembros de planta
y funcionarios públicos de la Universidad Nacional, entre otros funcionarios de instituciones gubernamentales: a causa de
mi orientación sexual y pensamiento político de izquierda.
Técnico en Diseño Gráfico y Animación 3D graduado
en el Digital Media Studios de Toronto, Canadá.
Líder Comunal y Popular
de San Isidro del General en Pérez Zeledón.
Secretario Nacional de Cultura y Propaganda de
la Federación Nacional Campesina. (FENAC). Llegué a desempeñar este cargo hasta que hice abandono de mi país.
Hasta el día de hoy, sigo incorporado al histórico
Movimiento Patriotico Político y Social Vanguardia Popular de Costa Rica.
Soy un transexual FTM que nací en un país con una cruda
sociedad, que intensifica sus puñales contra un sector minoritario de la sociedad, cuya dignidad no es considerada en forma
alguna, como declaran los más elementales principios y derechos promulgados en la actual Constitución de la República, para
ser ejercidos por todos los ciudadanos costarricenses y que en este sentido, no se cumplen.
Los transexuales, transgéneros, homosexuales, las lesbianas, l@s bisexuales, hemos sido tratados,
discriminados, estigmatizados y marginados, cual si cometiésemos el peor de los delitos, a pesar de que, ser transexual o
transgénero, homosexual, lesbiana o bisexual, no constituye delito alguno a nivel Universal de los Derechos Humanos.
Ser FTM (siglas en inglés), MaH (siglas en español) significa
que, por alguna situación de la naturaleza, antes de mi nacimiento mi cerebro se desarrolló genéricamente masculino, mientras
que mi cuerpo a adquirido una apariencia femenina. A esto se le conoce como disforia de género.
La Transexualidad es diagnosticada por los psiquiatras
actualmente, con base en unos criterios que se recogen en el CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades. Descripciones
clínicas y pautas para el diagnóstico, 10ª revisión, elaborada por la Organización Mundial de la Salud) y en el DSM-IV (Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 4ª edición, elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría).
Es el deseo
irreversible de pertenecer al sexo contrario al genéticamente establecido (o sea, al de nacimiento, ratificado por los genitales)
y asumir el correspondiente rol (el rol masculino, en mi caso), y de recurrir si es posible a un tratamiento hormonal y quirúrgico
encaminado a corregir esta discordancia entre la mente y el cuerpo. La transexualidad
no es una elección. Por tanto, se nace transexual.
Mi diferencia con los travesties es que ell@s necesitan o disfrutan el vestirse de acuerdo al sexo opuesto ya sea por algún tiempo o en ciertas ocaciones. Sin embargo ell@s se sienten felices con el cuerpo que poseen.
El término transgénero es más amplio que el de
transexual y se usa para designar a aquellas personas que a pesar de no sentirse bien con su sexo legal, no desean tampoco
una adaptación completa al sexo legal contrario (tratamiento hormonal o cirugía de reasignación sexual). Por tanto, no todos
los transgéneros son transexuales. El transgénero quiere vivir un rol distinto al asignado, manteniendo su cuerpo inalterable
o parcialmente alterado, puesto que pueden sentir que no encajan en ningún género, en ambos, o en el género contrario.
Por lo tanto no soy transgénero tampoco, ya que ell@s a pesar de necesitar vivir e identificarse como pertenecientes al sexo opuesto al de su apariencia no sienten la
necesidad de variar el mismo. Esto no les impide su desarrollo psicológico, social
y o emocional.
En mi caso, debido a mi verdadera identidad, ha sido
imperante vestirme permanentemente con ropas masculinas desde mi temprana edad;
el vestir prendas femeninas me causa depresión, me hacen sentir inconfortable
y las he vestido sólo para que otros se sientan bien: en mi familia y la sociedad donde he vivido; para evitar ser castigado
por vestir prendas, que ellos, consideran no son de mi género, o porque mi madre al sentirse acosada por miembros de la comunidad
me rompía todos mis pantalones dejándome únicamente enaguas y vestidos.
No acepto mi cuerpo a pesar de que el mismo sea atractivo
en su forma. Evito mirarme al espejo ya que el observar una figura femenina que
no corresponde conmigo mismo me lleva a profundas depresiones y ansiedades. El
mismo me hace sentir prisionero dentro de mí mismo.
Porque definitivamente, nosotros los transexuales FTM,
vivimos un gran conflicto social y mental, ya que siendo hombres, nos tratan como si fueramos mujeres. Es difícil ser una persona cuando nos identifican como otra.
Por eso
para los transexuales es posible en la actualidad, aunque solo sea en algunos países, entre ellos Suecia y con caracter extraordinario
y necesario, un tipo de cirugía especial, a la que yo también aspiro, y este tipo de cirugía se denomina Cirugía de Reasignación
Sexual (CRS) y engloba todas aquellas técnicas quirúrgicas (mastectomías, histerectomías/ovariectomías, y faloplastías, por
lo que respecta al transexual masculino) necesarias para conseguir un cuerpo masculino dónde había uno femenino, allá dónde
las hormonas no llegan todavía.
Debido a que mi cuerpo nunca fabricará por sí mismo los
niveles necesarios de testosterona, una vez realizada la cirugía, deberé medicarme regularmente durante el resto de mi vida,
especialmente cuando haya recurrido a la ovariectomía (extirpación de los ovarios), pues cualquier persona necesita de hormonas
en una cierta cantidad (femeninas o masculinas), una vez mi cuerpo no produzca las primeras si son extirpados los ovarios,
y las segundas al no tener testículos; las cuales si no se procuran de forma artificial, podrían acarrearme serios problemas
que repercutirán a largo plazo sobre mi salud. Se trata pues de evitar los síntomas
de privación hormonal mediante un tratamiento de por vida, antes y después de la cirugía de reasignación sexual y cuya constante
supervisión médica es necesaria ya que la medicación sin la supervisión médica puede acarrear serios problemas: hepáticos,
gástricos, del corazón u otros más serios sin descartar la muerte.
En principio, el sexo y el género no conllevan a un determinado
tipo de sexualidad (en su globalidad) ni a una determinada orientación sexual.
Así, la orientación sexual es la atracción física hacia una persona por razón de
su sexo (que puede ser bisexual, heterosexual o homosexual, básicamente), mientras que la identidad
sexual es el rol que adopta socialmente uno mismo, sea éste el esperado o no por razón de su sexo asignado. Por tanto, no hay que confundir la transexualidad con la homosexualidad ni con el travestismo, pues en
ellos intervienen diferentes factores de los que resultan comportamientos diferentes, y en ningún caso no patológicos en sí mismos.
El ser transexual no indica que mi preferencia sexual
tenga que ser exclusivamente hacia las mujeres (heterosexual). En mi situación,
al igual que puede suceder en muchos hombres soy bisexual. Por lo tanto mi relación
con el compañero Efraín d.J.V.M., no indica que en nuestra relación, no mantenga mi rol masculino, a causa de poseer, por
el momento, alguna naturaleza corporal femenina. Por el contrario, en ambos casos,
es la parte homosexual: de nuestra relación normal, dentro de lo que significa para nosotros, la bisexualidad, y como tal
ha de ser entendida y respetada.
Dado que en Costa Rica no existen leyes efectivas,
ni voluntad política para evitar la discriminación jurídica e institucional a nuestra relación de pareja; ni especialistas
con la preparación, experiencia, y/o comprensión hacia la transexualidad, que me proporcionen, el tratamiento adecuado (esto
es aplicable a psicólogos, psiquiatras, endocrinos y cirujanos plásticos) uno tiene problemas de toda índole, por el sólo
hecho de abordar el tema, especialmente porque las autoridades nacionales, no están sensibilizadas al respecto, o dispuestas
a desligarse de sus prejuicios y moral en la práctica; mucho menos, de acuerdo a nuestra experiencia: de contar con la posibilidad
de algún respeto y apoyo por parte de la comunidad.
Todo esto esta siendo injustamente
ignorado en contra nuestra, por el gobierno de Suecia
A pesar
de los factores de la cultura machista, la carencia de información y/o de ayuda profesional desde mi temprana edad, he sido
consciente de que el rol impuesto no es el rol que me corresponde. Esta conciencia
encausada de forma autodidacta por medio del arte (dibujo, pintura, teatro, escritura) me ayudaron a crear ciertos mecanismos
de sobrevivencia y autodefensa, los cuales me ha ayudado a amortiguar, de alguna manera, el daño que he sufrido, para no llegar
a la autodestrucción, por verme obligado a aceptar las retrógadas normas impuestas por la sociedad, como único medio de sobrevivir
en un medio completamente adverso respecto de mi identidad y por ende a mi dearrollo integral como ser humano.
Es por
eso que muy a pesar de los conflictos internos normales como transexual, por
causa de la ingerencia social, éstos no me han perjudicado a nivel mental o intelectual.
Por el contrario, mis promedios académicos siempre han sido elevados y así consta en mi registro académico; sin embargo, a pesar de mi talento y valores humanos, los perseguidores, han sido insidiosos, en su valoración
hacia nuestras personas.
La carga
de prejuicios e ignorancia es tanta y la desinformación es total: al punto que me he visto marginado completamente, ya que
la sociedad costarricense espera, que yo cumpla a cabalidad con el rol femenino, siguiendo los lineamientos y exigencias establecidas,
esto es: sumisión, cumplimiento con las tareas del hogar sin recibir salario por ello (cuasi-esclavitud), sometimiento en
cualquier circunstancia ante mis actuales o posibles futuros agresores, además de otras particularidades, que componen el
medio machista y que se espera que una buenamujer ha de cumplir, (embarazos, hijos, heterosexualidad, maquillaje, modas femeninas,
etc). Ya que la sociedad dominantemente conservadora en Costa Rica, me exige una concordancia entre todo lo que conforma mi
físico (pecho, genitales, caracteres secundarios,...) sin comprender mi verdadero rol .
Es muy
complicado ser un hombre, cuando uno ha sido tratado como una niña. Otro tanto, lo es ser uno mismo, a causa de las agresiones,
heridas y traumas. Sólo mediante la comprensión y ayuda del entorno familiar,
- el cual se reduce, hace aproximadamente 10 años, a mi compañero Efraín- y a la ayuda de profesionales capacitados, que todo esto puede ser paulatinamente superado.
Ser transexual y bisexual en Costa Rica, está considerado
factor de riesgo moral por la Iglesia Católica y significa estar condenado a el ostracismo de la vida pública nacional y de
sus instituciones.
Obviamente que la mayor parte de la actual sociedad costarricense,
imbuida de un espíritu católico dogmático y sectario, interpreta todos estos valores, de forma vertical y se muestra agresiva
y desconfiada, ante cualquier novedad, en este campo. Y aunque yo no vea ninguna discordancia para el desarrollo de nuestra
sociedad, al incorporar nuevos valores humanistas de carácter universal, ellos, evidentemente, si la ven.
Por ello y de acuerdo a su ideosincracia, nos merecemos
ser discriminados sistemáticamente y traumatizados hasta el suicidio o martirizados hasta el asesinato, olvidando que como
personas, en primer lugar somos seres humanos y tenemos nuestros propios sentimientos; y como tales: derechos y principios,
siendo uno de ellos el repeto a nuestra identidad.
Miembros de la Iglesia católica,
como es lo -usual en estos casos- me espiaban y seguían constantemente, para ver si yo tenía alguna desviación sexual
(lesbianismo). Ellos le preguntaban a mis familiares y a otros miembros de mi
comunidad: ¿por qué yo no tenía novio? ¿por qué usaba ropa masculina? y con tono inquisidor directo, en mi presencia frente a otras personas: ¿que si era lesbiana?
Con irrespetuosa insistencia
a mi dignidad, aparte del constante acoso y persecución a que me tenían sometido en mis actividades comunitarias, se presentaban
a la casa de mis padres, y poniendo todo el énfasis morboso en su delación, con lujo de detalles, tergiversaban los hechos,
dónde me habían visto, con quien estaba hablando y que ropa llevaba puesta. escarneciéndome- aún a sabiendas del brutal trato,
que recibiría después que se hubieran marchado y el cual justificaban plenamente, en un espiritu de venganza católico patológico.
Para
colmo de males, el Vaticano en Julio del 2003, ha lanzado una nueva persecución en contra de las minorías sexuales, cuyo ímpetu,
tiende a encubarse, no sólo en grupos reaccionarios de extrema derecha, paramilitares
y otros igualmente violentos de la sociedad actual costarricense.
Son estos
grupos los responsables de pervertir con la participación activa del Gobierno de la República de Costa Rica, el artículo 26
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Yo he sufrido mucha discriminación y maltrato físico y psicológico de las instituciones gubernamentales
de mi país, desde muy temprana edad, por mi origen e identidad transexual.
Para mí, esto prueba que si una persona nace con atributos sexuales de mujer, y adopta de muy
"niño" (y digo niño y no niña expresamente, porque para mí lo es) un rol de varón es porque se siente realmente un chico.
¿Acaso se contradice él? Rotundamente no. ¿No será más bien la sociedad la que pretende que se contradiga él intentándole
cambiar, sólo porqué se obstina en mantener un sistema dicotómico, cada vez más insostenible, a la luz de los nuevos descubrimientos
científicos, por miedo al fantasma de lo desconocido? ¿Por qué la sociedad no quiere madurar y vencer estos viejos prejuicios,
y enfrentarse a todo lo que le es desconocido con la comprensión y, si cabe, con el estudio científico?
Soy hombre y es mi derecho el que se me reconozca y respete como tal. Lo cual es completamente
imposible en Costa Rica, ya que aunque lograse un tratamiento en otro país, por
citar un hecho concreto: el Registro civil de Costa Rica me niega cambiar el nombre Nidia
Patricia por el correcto Patricio y la casilla donde dice Mujer por Hombre. Con la consecuencia de que al verme obligado a seguir
llevando una identidad y un cuerpo que no me corresponden, significaría más de lo que ya es un problema para mí: es decir,
una tortura psicológica imposible de describir.
Sería revertir todo un proceso de reestructuración emocional
llevada a cabo científicamente a la par y con el apoyo de mi compañero Efraín d.J.V.M, durante los seis años que he permanecido
fuera de mi país, en donde hemos contado con la ayuda de especialistas, tanto en Canadá, (Canadian Center for Victims of Torture),
como en Suecia, donde era asitido sistemáticamente en mi problemática psíquica
y social sufrida por ser transexual costarricense, con la Doctora Gunilla Bandh y él como sobreviviente de tortura, con su
consejero Sr. Anders Sahlin, en el Departamento de Psiquiatría del Hospital de la Ciudad de Sundsvall.
En la actualidad, aquí en Suecia, se han creado nuevas
e inhumanas condiciones y efectos de shock favorables a la reversión y degradación psicofísica, política y social de ambos,
cuyas consecuencias son concretamente: devastadoras en términos de nuestra humanidad, porque el proceso fué absurdamente interrumpido,
ante el mecánico rechazo del gobierno sueco a objetivizar nuestra situación.
De acuerdo, con lo expuesto, a mi comprensión y la de
mi compañero ¿qué puede ser es más degradante, para mí, que el tener que andar escondiendo mi verdadera identidad, bajo ropajes
femeninos, con las consecuencias antes apuntadas, que esto conlleva para personas con mi situación: disforia de identidad,
por temor a que se materalicen todos los odios contra mi persona, a través de la discriminación, la burla, el irrespeto, el
aislamiento social y/o la agresión verbal, física y psicológica, que ya he sufrido durante el tiempo que me tocó vivir allí
y a la que irremediablemente quedaré expuesto, si somos nuevamente retornados a nuestro país, con el agravante de que mi vida,
ya estuvo en peligro por las razones descritas y en cualquier momento, algún fanático queriendo liberar la sociedad de la
decadencia moral no dudará en poner fin a mis días, sin que ello importe en algún grado a las autoridades del Gobierno de
Costa Rica, ya que siempre cabrá una buena excusa?
En cuanto a el aspecto curricular de nuestra nación en
materia de justicia y de acuerdos internacionales es evidente, que no solo no los cumplen, sino que tradicionalmente, se blanden
de manera oportunista, en contra nuestra- generalmente para ocultar responsabilidades- sosteniendo filisteamente, que se respetan
los derechos de tod@s l@s ciudadan@s sin distinción de raza, religión o sexo, pero sin poner el dedo en la llaga para hacerlos
efectivos.
Cierto que Costa Rica es estado parte en el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y del Protocolo Facultativo el 29 de noviembre de 1968, entrado en vigor el 23 de marzo de
1976; además de ser miembro de otras organizaciones que tienen que ver con los Derechos Humanos y la no discriminación. También es de sobra conocido que el
Gobierno de Costa Rica, firma cuanta acta le pongan por delante; en especial si algún convenio puede traducirse en fondos
económicos, para la viciada administración pública y que sirva para mantener la apariencia de país democrático.
Sin embargo, entre otras contradicciones, si niega a
sus ciudadanos: una ley que pondría en plan de igualdad a las parejas heterosexuales y LGTB, adoleciendo la comunidad transexual,
del goce de los derechos consagrados a la familia, en la Constitución Nacional de la República de Costa Rica. Es evidente que más allá de la letra impresa, el Gobierno de Costa Rica, no muestra interés alguno, por
hacer cumplir tales tratados.
Por tanto, declaro que los siguientes derechos, en mi
caso han sido violados:
Derecho a la no-discriminación
Derecho a la familia
Derecho a la salud
Derecho a la dignidad
Derecho a la libertad
Derecho a la protección legal en cuanto
a pensión seguros y herencia
Derecho al Trabajo
Sin embargo, el Gobierno de Suecia
es indiferente ante el atropello a nuestra dignidad humana.
No fué, hasta después del primer atentado de muerte,
con la complicidad e indiferencia de autoridades represivas y judiciales costarricenses, en contra mía y de mi compañero Efraín
d. J.V.M., que nos vimos obligados a abandonar nuestro país, ya que dicha violencia y discriminación, lejos de ser castigada
como delito, es secundada y hasta premiada, por parte de los tribunales.
Como
seres humanos cuyos derechos fundamentales han sido violados y habiendo agotado todos los recursos jurídicos disponibles en materia de Derechos Humanos en nuestro país, Canadá y Suecia, he querido presentar
ante ustedes, una parte de la situación, que vive mi compañero Efraín d. J.V.M. junto a mí.
Lo que afecta sensiblemente su recuperación post-traumática e integración a la vida normal: como sobreviviente de tortura,
por causa de las autoridades policiales de Costa Rica y a la discriminación institucional, sufrida a causa de nuestra orientación
sexual y pensamiento político.
La situación actual en Suecia, para evitar ser deportados
a Costa Rica, es tan desesperante, como todo lo anteriormente descrito, ya que tenemos más de un año y cinco meses viviendo
escondidos en medio de un limbo.
Por tanto, no podemos asistir a ningún tratamiento clínico,
de apoyo psicológico o de cualquier otro tipo, ni salir a la calle, estudiar o trabajar, ni nada que resulte normal. En otras palabras: vivimos como en una cárcel y se nos trata, en este sentido, antihumanitariamente,
y no como ciudadanos discriminados y/o perseguidos políticos en Costa Rica.
Señoría, Eminencias,
Reciban las muestras de mi más alta consideración y aprecio.
Atentamente,
Patricio Aguilar Madrigal
-Nidia Patricia Aguilar
Madrigal-