Latinoamérica sin Fronteras
Lula Paz y Amor

Página Principal.

I. Introducción a Latinoamérica.
II. Arte de Patricio Aguilar.
III. Página de Efraín.
IV. Países.
V. Sobre la Paz.
VI. Los Derechos Humanos.
VII. Filosofía.
VIII. Recomendaciones.
IX. Idiomas.
X. Teatro Latinoamericano.
XI. Israel.
XII. Matemática
XIII. Economía.
XIV. Física.
XV. Astronomía.





Regresar

Rolando Lazarte

Se viven en Brasil tiempos de Victoria.  Y es imprescindible tener certeza acerca de qué victoria es esta. Lulinha paz e amor, es como se refiere a si mismo el Presidente electo de Brasil. Paz y amor. Para quien tiene . . . los años que tenga, es importante reflexionar sobre el significado de estas palabras. La vorágine de los tiempos que corren y esto es ya una redundancia, pues parece ser propio del tiempo el corrertransformó en poco menos que una antigualla la doble consigna del movimiento hippie y la contracultura de los años 60.

Pero no corras tanto. Es necesario detenerse, tener um tiempo para pensar. Un tiempo para re cordar que, como es bien sabido, significa Traer de nuevo al corazón . Lula light chillaba cierta ultraizquierda delante de la innegable madurez exhibida por el ex obrero metalúrgico durante una campaña electoral en que apenas él supo mantener un nivel arriba de la calumnia, la mentira, la promesa mirabolante. Sugerían, como la derecha más miope de la truculenta revista Veja, que ese Lula actual sería producto del maquillaje, del marketing político. Un traidor.

Y es primordial notar esto: ultraizquierda y ultraderecha, para quien tiene memoria, son un solo y único equipo. Son el terror, el miedo, el caos. Son los que no dialogan, son el refugio de la verdad soy yo, la razón soy yo, y fuera de mí la barbarie.  En vez de perder tiempo con tal pensamiento único, con tal totalitarismo, se desdobla frente al mundo, la vastedad de un hombre capaz de comprender a sus adversarios, de emocionarse con la trayectoria recorrida por quienes en el ayer fueron sus carceleros. Quien supo tirar piedras sabe hoy juntar piedras, construir.

La barrida militarista de los años 70 en América Latina golpeó duramente a todos los vivientes de estas latitudes. Y la barrida neoliberal que se sucedió, ahondó aún más las heridas de pueblos sometidos al mandonismo oligárquico e imperialista, a la prepotencia elitista, a la monofonía salvacionista de terroristas civiles y militares. Pueblos hechos a los golpes de jueces venales y policías torturadores, guerrilleros asesinos como los del MIR de Chile que liquidaban soldados a montones igual a los Montoneros en Argentina-- y empresarios asesinos como los del Ingenio Ledesma y la Ford Motors Company en Argentina, entre muchos otros.

Los sobrevivientes, y hay que ser bien claro que los sobrevivientes comprenden al conjunto de la población de nuestros países, una vez que las llamadas guerras de baja intensidad, tanto como el desempleo, el hambre y el subempleo, provocan en toda la población las consecuencias del miedo: Síndrome de Estress Post-Traumático. Tortura es no tener comida, no tener casa, no tener empleo, no tener asistencia médica. Tortura es no saber dónde están los hijos, los padres, los hermanos desaparecidos. No tener un lugar en la sociedad. Y es necesario comprender que todas las personas que vivieron estos procesos de Terrorismo de estado y Superexplotación económica (defendida por la casta corrupta de sociólogos y economistas como un avance frente a lo que llamaban estatismo), llevan consigo las marcas de la violencia.

Costó mucho a  quienes sobrevivieron físicamente a estas dos formas de agresión colectiva,  descubrir en sí mismos (en la forma de pensar, actuar, sentir) y en sus familias, las huellas del miedo, las marcas de la opresión. Docilizar por el miedo, cancelar la esperanza, sembrar desconfianza, estimular escepticismo, eran los objetivos de la política del hambre y la destrucción. Parecíamos condenados a vivir en un mundo donde el sol se había eclipsado para siempre.

 Your heroes are gone / or are in the trees canta Pink Floyd en Wish your were here. Y lo peor, insisto, es no darse cuenta de que uno mismo es ese héroe muerto, ese tipo colgado del árbol. Ese ejecutivo de éxito, ese intelectual con tránsito en conferencias internacionales, que tranquilamente cambiaron la revolución por el poder, el prestigio, el privilegio. Si querés una revolución, cambiá tu mente primero, cantan los Beatles desde eras infinitas. Y ese es el Paz y Amor de Lula. Es nuestro triunfo, el triunfo de una generación que luchó en las calles y en casa.

 Una generación que supo hacer del mundo una casa. 

Y de sí mismo una habitación.

Hemos vencido.

 

 

Correo
Latinoamérica sin Fronteras